Este proyecto es el resultado de un viaje interior, un ejercicio introspectivo que revela la dimensión íntima de mi memoria a través de una serie de fotografías que retratan la percepción de mi propia identidad. La deconstrucción, transformación y reconstrucción física de las imágenes simboliza mi propio proceso de aceptación del “yo”. Proyectando umbrales que permiten transitar del pasado al presente y viceversa, se desvela una dimensión donde la violencia y el amor, el apego y la distancia, o lo familiar y lo extraño conviven en una contraposición continua. A través de este trabajo se reflexiona sobre las cicatrices de la memoria, vinculada a las personas unidas por la complicidad del afecto y contrapuesta al dolor del mismo.